La gota en la piedra

Por Mercedes Alvarez

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Damián Tabarovsky

Editor

Sobre este libro:

Es una novela escrita con inusual potencia y a la vez un tono poético, sobre una mujer a la que le falta un brazo y desde esa falta reconstruye su vida sentimental y social. Una novela que reflexiona sobre la condición femenina en un mundo, a veces, hostil.

Un fragmento:

Soñé que tenía un cuerpo bello, y de cada uno de mis poros salía una flor. Eran flores lilas y blancas, como calas frágiles, con finas terminaciones de azúcar. Soñé que tenía un cuerpo bello, y la flor más grande, la más impactante, salía en el lugar de la mano que no tengo. Esta vez dormí de corrido toda la noche. Pareció que el sueño se prolongaba interminable, sobrevolando el mundo. Una tela blanca por encima de todas las cosas. Hay que decir algo acerca de las flores: me las fui arrancando, una por una. Crecían y yo me las arrancaba. O mejor dicho: crecían durante la noche, y yo me las arrancaba en las mañanas. Lo que ocurría era como lo de Prometeo con la eterna regeneración de las vísceras, pero no había nada trágico ni doloroso en la repetición del acto. Llenarse de flores por la noche, ser el fermento húmedo de toda esa flora, ¿qué podrá significar? Humus: un cuerpo hecho de tierra y abono. Cuando me desperté lo primero que hice fue mirarme la mano. Creí que iba a encontrar la flor, pero solo vi el muñón, claro. Muñón: qué palabra tan fea. Todavía no me acostumbro, ni a la palabra ni al muñón. Hay quien dice que debería ponerme una mano ortopédica, un gancho, cualquier cosa que signifique darle una prolongación a lo que ya no la tiene. Un sustituto, como un ojo de vidrio reemplaza al ojo que ve, o una silicona a la mama seccionada por la operación. Yo creo que debería ponerle un encaje de seda, por ejemplo, o decorarlo de algún modo, más que devolverle algo de su perdida extensión"