Fanática. Quiero ser como vos
Sobre este libro:
Maia y Olivia se aman aunque nunca se vieron personalmente. Ambas forman parte del fandom de Turquesa Dukart, la instagrammer del momento, y las une el amor y la idolatría por ella. Familia, amigos, sociedad… con todo en contra ellas llevarán adelante su relación, convencidas de que en el amor lo único que importa es amar. Todo parece perfecto hasta que un día un secreto sale a la luz y Maia se encuentra en medio de un caos que nunca imaginó y del que no sabe cómo salir. Fanática es una historia de pasión, dolor y lucha en donde cada uno de los personajes, a su modo, está dando una batalla personal que sucede en el universo de la realidad y el de la virtualidad. Mariela Peña, su autora, vuelve a llevarnos por los caminos que se trazan detrás de los bits, los amores adolescentes y los nuevos modos de vincularnos con los demás.
Fragmento:
Enloquecí. Me miro al espejo y no me reconozco. Y si cierro los ojos y miro para dentro, menos. Ya no sé con qué taparme las ojeras, tengo todo el tiempo los ojos hinchados, ¿ves? Es como un estado de insomnio permanente. Como si todos los días fueran el día después de un desvelo que no me dejó pegar un ojo en toda la noche. Mirá estas bolsas que me salieron. Acá, mirá. Me está matando la tristeza, amiga. Y, por favor, te pido no me repitas que “querer es poder”, ni ninguna de esas frases de autoayuda basura que lo que menos hacen es ayudarme. Estoy encerrada con mi dolor dentro de mi propio cuerpo. ¿Por dónde salgo? Porque, encima, no sé, todo esto es muy nuevo para mí, nunca había sentido estas cosas que siento, ni las lindas, ni el odio y el asco profundos que siento por ella y por mí y por todo cuando tomo consciencia de que estoy completamente poseída, que tiene las riendas de mi vida, el control remoto de mi estado anímico, que no hay ninguna cosa que haga sin pensar en qué será lo mejor para ella, sin ponerla delante de mí en todas mis decisiones. Es ella quien define si sí, si no, si quizás. Antes de que apareciera en mi vida yo era una persona… normal. Te diría que, a pesar de los miles de quilombos que tenía, tengo y tendré en la cabeza, yo era feliz. O, por lo menos, tenía muchos momentos de felicidad, ¿viste esos en los que sentís que no necesitás nada más que los que tenés? Bueno, yo me sentía así hasta que apareció ella. Al principio fue, no sé, como una tormenta de verano, de esas en las que te dan ganas de salir a caminar y empaparte desde la punta de los pelos hasta la punta de los pies, pero, con el tiempo, te enferman. No quiero vivir más así, necesito salir de acá y no sé cómo hacer. ¿Sabés la cantidad de veces que estuve a punto de dejarla y, a último momento, el terror me dejó muda? Si te contara, creeme, pensarías que es mentira, que estoy exagerando. De hecho, la última vez fue el viernes, antes de que pasara todo este quilombo. Estaba segura de que había llegado al límite, que finalmente iba a hacer lo que tenía que hacer. Llegué a la esquina, y no sé, realmente no sé cómo explicarte lo que fue esa sensación de que me estaban tironenado para atrás. Como si un imán gigante me arrastrara. No pude dar un paso más. Llorando como una desquiciada pegué la vuelta. ¿Entendés la locura que te estoy contando?