Adiós, Chester Binder
Sobre este libro:
Esta es una novela en forma de largo poema, en la que las marcas genéricas se disuelven y entremezclan dando lugar a un texto dotado de sutilezas, sugerencias y fuerza. Es un texto sobre la nostalgia, sobre la infancia que ya no es y el pasaje a la pubertad, sobre los amigos visibles e invisibles, sobre las casas y las escuelas, esos espacios que definen gran parte de una infancia. Y es un texto en el que la delicadeza de las ilustraciones acompaña y complementa el relato acentuando lo vaporoso de todo recuerdo.
Fragmento:
Entrar
a la casa
que era mía
era el jardín
un patio de piedra.
Mi jardín
era el silencio.
Un ruido de mar escandaloso
miles de niños chocándose,
cómo podían
estar contentos
tan temprano.
Yo
me quedé
estática
paralizada
apenas avanzada en algunos pasos
solo para ver
si
seguía existiendo
un poco más adentro
mi manzano.
Seguía existiendo.
En medio de aquel patio
rodeado
de miles de esos niños gritones
desconocidos.
¿Qué hacían
en mi casa?
¿por qué se atrevían?
Habían hecho
un círculo de ladrillos
alrededor del manzano
para que no
fuera arruinado
por las circunstancias.
Me acerqué
tan despacio
y comprobé
que lo rodeaba
un trozo de tierra.
La misma tierra
que antes
habían pisado
mis pies.
Un montón de niños,
tres o cuatro,
apiñados sobre aquel murito
horrible
de ladrillos
para proteger
lo único
que habían dejado
en pie.
A mí
y al árbol.
Los dos
nos encontramos
en lo que una vez
fue nuestro jardín,
ahora lleno de gritos
extraños.
Pero me faltaba
lo peor:
un timbre aturdió mis oídos
sonó
por todo el patio
un rato largo.