Adiós, Chester Binder

Por Ángeles Durini

Contacto

María Fernanda Maquieira

Directora Editorial de Loqueleo

Sobre este libro:

Esta es una novela en forma de largo poema, en la que las marcas genéricas se disuelven y entremezclan dando lugar a un texto dotado de sutilezas, sugerencias y fuerza. Es un texto sobre la nostalgia, sobre la infancia que ya no es y el pasaje a la pubertad, sobre los amigos visibles e invisibles, sobre las casas y las escuelas, esos espacios que definen gran parte de una infancia. Y es un texto en el que la delicadeza de las ilustraciones acompaña y complementa el relato acentuando lo vaporoso de todo recuerdo.

Fragmento:

Entrar

a la casa

que era mía 

era el jardín

un patio de piedra. 

Mi jardín

era el silencio.

Un ruido de mar escandaloso

miles de niños chocándose, 

cómo podían

estar contentos

tan temprano. 

Yo

me quedé

estática

paralizada

apenas avanzada en algunos pasos

solo para ver

si

seguía existiendo

un poco más adentro

mi manzano. 

Seguía existiendo.

En medio de aquel patio

rodeado 

de miles de esos niños gritones

desconocidos.

¿Qué hacían 

en mi casa?

¿por qué se atrevían? 

Habían hecho

un círculo de ladrillos

alrededor del manzano 

para que no

fuera arruinado

por las circunstancias.

Me acerqué

tan despacio

y comprobé 

que lo rodeaba

un trozo de tierra.

La misma tierra 

que antes

habían pisado

mis pies. 

Un montón de niños,

tres o cuatro, 

apiñados sobre aquel murito 

horrible 

de ladrillos

para proteger

lo único

que habían dejado

en pie.

A mí 

y al árbol. 

Los dos

nos encontramos

en lo que una vez 

fue nuestro jardín,

ahora lleno de gritos

extraños. 

Pero me faltaba

lo peor: 

un timbre aturdió mis oídos

sonó

por todo el patio

un rato largo.