Cola de flor

Por Laura Devetach

Sobre este libro:

Saverio es un perro al que le brotó una flor en la punta de la cola. A partir de ese momento le pasan muchas cosas: la tía Sidonia lo pone de florero, las amigas lo asustan, en la calle muchas personas tratan de sacarle su flor. Pero sus problemas terminan cuando llega Laurita. A ella le gusta que la flor esté allí. Gianni Rodari en "Gramática de la fantasía" explica que el binomio fantástico provoca la chispa que despierta la imaginación. Una palabra que se encuentra otra que la provoca, que la obliga a salir de su camino habitual, descubre su capacidad de crear nuevos significados y penetrar en universos inexplorados. En Cola de flor, ese binomio está formado por las palabras perro y flor. El perro, Saverio, no es un simple animal personificado, aunque ladra, salta, habla... Es un personaje que vive una circunstancia novedosa: le ha brotado una margarita en la punta de la cola y no sabe bien qué hacer.

Fragmento:

Un día de invierno le brotó a Saverio una margarita en la punta de la cola.

Era lindísimo sentirse un perro que terminaba en flor, hasta que lo impensado pasó.

—Grrupigrrupi —Ladró Saverio con los ojos redondos.

—¿Y ahora qué hago? Pero no tuvo mucho tiempo para pensar. Tía Sidonia lo paró sobre una carpeta con flecos, en el aparador.

—Justo hoy vienen mis amigas a tomar el té, y no conseguí flores para adornar la casa. Saverio, trabajarás de florero esta tarde.

—Grrupigrrupi —Rezongó el perrito—. Yo me aburro aquí haciendo de florero.

—¡Quietito, quietito, y la cola bien alta para que se vea la margarita!

Llegaron las amigas de tía Sidonia. Todas tenían sombreros elegantes, y decían Úia, áia, óia.

 Saverio se asutó muchísimo ante tanto ruido y escondió la cola entre las patas. Pero cuando más la estaba escondiendo, una señorita vio la flor y dijo:

—Úia, áia, óia. Voy a deshojar esta margarita con me-quiere-mucho-poquito-nada, para ver si mi amor se acuerda de mí.