A media mañana los domingos

Por Claudia Schvartz

Contacto

Gerardo Manfredi

Socio

Sobre este libro:

La belleza y la sensualidad de estos textos (poemas y prosas no menos poéticas que se abren hacia el otro mundo) no está en la palabra –solo en la palabra– sino en aquello hacia donde nos empuja la palabra. Lo que señala: la innombrable y penosa maravilla de estar vivo. Y de que todo y todos lo sigan estando, ya que el tiempo no es más que una ilusión necesaria. Elegir escribir, es hacer uso de esa cierta libertad que no es ni más ni menos que un amor indebido agitando el fuego indebido. Pero ese amor salva aquello que reconstruye con paciencia y sabiduría minuciosa.

 

Fragmento:

A media mañana los domingos

No todos pero algunos, después del ritual mate

Pan negro queso blanco y dulce de membrillo

o incluso mejor el de frutilla

Y la voz queda de ambos yendo y viniendo

sobre titulares de los diarios

Comentarios políticos y cuestiones o palabras

irrepetibles

La voz retenida para no despertar a la jauría de las

hijas

Y así continuar aún la sólida conversación de los

amantes

 

Destierro! Ser la última en llegar / y el picnic en la cama casi al

borde del fin /sin lugar ya / el espacio ínfimo y la incómoda

sensación de no ser incumbida \inconveniencia / con severo

tono se eluden comentarios / y se pierde el hilo de la cosa //La

madeja de entrelíneas más la preferencia clara /que subraya una

enigmática sonrisa /desplazan súbitamente la modorra el entresueño

/y el breve domingo se vuelve estrecho gris tozudo// Todas no

entramos está claro/

 

Luego entonces, cuando la alianza había estallado

con la estruendosa aparición de la totalidad de hijas

disuelta ya la tregua en gritos y celadas

sonaba el timbre quedo a mitad de la mañana

y era el tío Maure entrando por el largo pasillo de la

infancia

 

Alianzas se baten en la hora escondida / los secretos eludidos calan

en silencio una celosía /Y el mudo mundo supone arde urde /Hasta

que volcánica la ira sacude las migas // Un alivio esta llegada

inesperada / se disuelve el colosal castigo del silencio /la nariz

hundida en ese libro apaisado de curacas y rebeldes / contra el

invasor español /mas el cuento no calma el dolor de no ser / sino

meramente enigma / invisible artesa de preguntas inviables

 

No, los hermanos no se encierran

Papá se queda en la cama apoyado en

las gordas almohadas de pluma

Gordas de pluma que a veces hace volar

contra sus hijas a la hora del quillonazo pero esos

son sucesos nocturnos

del domingo también

pero al cabo del largo día

La gran cabeza hundida allí desde donde otea y

piensa

Maure se ha sentado en el borde de la cama y ambos

reúnen sus voces

Quedamente surge entonces la extraña música

Cuentos, dichos y risas y sonrisas musitadas en ese

idioma inaccesible

Los delgados hombros de Maure la curva de su

espalda

Me da pena mirarlo demasiado

Él es quien cuenta

su voz casi inaudible musita

 

Y el otro pregunta y calla y aparece en su rostro la

sonrisa

treinta y siete

misteriosa introspectiva astuta desde el fondo de la

curva sopesa

Y vuelven a inclinarse y allí Maure también ríe bajito

Son sus hombros los que se estremecen

libres de toda la carga que ha soportado

él ríe y su carcajada es en sordina

 

Pero si desde el vano de la puerta

lo miro fijamente entre los omóplatos

mi tío se da vuelta despacito y me observa

sonriendo suavemente a los ojos

Como quien dice sé que estás ahí sé que sos vos

la curiosa

y resisto hasta que entiendas"