Peludo Normandus Ciboulette
Sobre este libro:
Es una novela breve, cuyas aventuras se desarrollan a lo largo de 30 capítulos. Las decisiones que debe tomar nuestra protagonista, Drusilla, le imprimen dinamismo y mucho humor. Se lee rápido y siempre pasan cosas: en cada página. Un escenario futurista, en el que una jovencita desenvuelta e ingeniosa debe lidiar con la tecnología de una mascota artificial al mismo tiempo que dedica toda su energía al cuidado de la naturaleza (o lo que queda de ella); una contradicción en la que cae sin darse cuenta y es constitutiva de la niñez actual.
Tiene ilustraciones en blanco y negro, a cargo del artista plástico Lucas Aguirre.
Impactan en nuestros lectores la idea de “El pozo de las bazofias” y la organización protectora del ambiente que la autora llama “Terroneros”, siempre nos preguntan si existen de verdad. Hicimos una prueba de lectura en niñxs de 9 y 10 años, obtuvimos un promedio de 2 días para leerla completa, sin proponer tiempos en ningún caso.
Un fragmento:
Advertencia al lector
Si me decidí a contar esta historia es por puro remordimiento. Soy la culpable de que un Felpusterris ande al acecho, quién sabe por dónde. La “Cría Diez” ―por ese nombre se la busca― podría estar en cualquier parte: una plantación de zapallos, camuflada como mascota doméstica, en pleno vuelo por alguna plaza, o según las presunciones de mi abuela Haydée, en un agujero negro, habitando otro universo. Sea cual fuera su paradero, me da escalofríos imaginar las catástrofes que desencadenaría un solo ejemplar o cientos de ellos (tal vez logró reproducirse).
Si al leer mi testimonio se sienten identificados, o acaso tienen datos o sospechas de la presencia de un Felpusterris, les ruego que no duden en llamar a los Terroneros y difundan la información entre familiares y amigos.
Debemos estar alertas, actuar rápido y sin titubeos. En cualquier momento pueden aparecer en una ventana y, antes de darnos tiempo a pestañear, hacer todo el daño posible o modificar drásticamente las leyes de la naturaleza.
Como me sucedió a mí. Pero será mejor que les cuente paso a paso.
Que la germinación se haga,
que el alba se haga.
Que numerosos sean los verdes caminos,
las verdes sendas...
POPOL VUH
1. Peludo de regalo
El Peludo estaba pegado en el vidrio de la ventana, golpeando la cabeza con movimientos torpes para llamar mi atención. Parecía un pajarraco de peluche, despeinado y luminoso, aunque sin alas ni pico.
Abrí la ventana para verlo mejor, pero antes de que pudiera tocarlo, sonó la alarma y se encendió mi Pantalla. Debía ser algo importante, nunca suena tan fuerte. Así que tuve que ir a ver.
―¡¡¡Congratulaciones, Drusilla!!! ―gritó una voz alegre, con sonido de trompetas de fondo―. ¡A partir de este momento es beneficiaria de un Felpusterris, extraordinaria especie en extinción!
Y a continuación otra voz, en tono más serio, advertía: ―Antes de tocar la mascota, lea el manual de instrucciones, por favor.
2. Manual de instrucciones
Cuidados y mantenimiento de un Felpusterris
No rasguña, no pica, no muerde, ni tiene venenos agregados.
No lo bañe; posee sensores auto-limpiantes.
Se alimenta de plantas, hierbas, flores, etc.
No defeca ni hace olor (procesa el alimento y luego lo absorbe en su pelaje).
Puede reproducirse una sola vez. La cría saldrá por la boca, sin ayuda. Mantenga a la cría en lugar oscuro y seco por el término de una semana.
El Felpusterris genera su propia energía; no usa baterías recargables ni está conectado a centrales inalámbricas.
Puede volar.
¿Quién lo habría enviado? ¿Sería recién nacido? ¿Habría otros Felpusterris en el mundo? ¿Un híbrido en extinción?, qué raro, me decía mientras abría la ventana. ¡Ay, pero era tan hermoso, tan hermoso! ¡Y podía volar!
A caballo regalado no se le miran los dientes, dice mi abuela Haydée cuando alguien amaga con despreciar un regalo, devolverlo, o buscarle algún defecto. Si había llegado a mi casa, alguna razón habría. Y eso me hacía sentir privilegiada.
3. Señas particulares
A primera vista no se le veían pulgas electrónicas, ni antenas, ni cámaras. Por seguridad, lo miré con una lupa y fui anotando en una ficha (lo mismo que hago con las batarazas, ya les explicaré mejor):
Felpusterris
Forma: Levemente ovalado (como un melón).
Circunferencia: 50 centímetros.
Pelaje: Cabello largo, tupido; color anaranjado rojizo.
Miembros: Cuatro pezuñas cortas y firmes.
Visión: Dos ojos redondos, plateados.
Nariz: ¿Orificios debajo de los ojos?
Boca: Al centro, orificio mayor del tamaño de una moneda (reacciona ante el estímulo de una cuchara: abre la boca, no se le ven lengua ni dientes).
Orejas: ¿Tendrá?
Sonidos: Por el momento, no emite ninguno.
Para ser un híbrido, era bastante normal. Tampoco es bueno ir por la vida desconfiando de todos, como dice la abuela Haydée; así que respiré hondo y me animé a abrazarlo amorosamente. Fui deslizando los dedos desde la cabeza hacia abajo, rodeando el cuerpo terracota más tierno que jamás había tocado. ¡Ah! ¡Era tan suave, tan suave! ¡Y tan manso! Ya no solo me sentía privilegiada, sino que me dieron ganas de que fuera mi mascota para siempre.
4. Preguntas fundamentales
¿A ustedes les pasa que después de tomar una decisión se arrepienten? A mí, sí... En seguida volví a dudar sobre el Felpusterris. ¿Afectaría al medio ambiente? ¿Cómo sería compartir la casa con una mascota? Y lo que más me pesaba, ¿qué iban a decir mis compañeros del regadío cuando se enteraran? Ellos decían que los únicos animales domésticos eran los perros y los gatos y que con los demás, había que tener cuidado. También se me vinieron a la cabeza las noticias de la Pantalla de las que todo el mundo comentaba:
“Animalejo con cuerpo de perro y mandíbula de cocodrilo ataca a un anciano”.
“Pánico en un jardín de infantes. Felino africano con seis orejas sufre falla en el volumen y estalla en mil pedazos”.
Como cualquier tecnología, las mascotas tienen sus fallas, quién no lo sabe. Como dice mi mamá, ya nadie se conforma con que muevan la cola o jueguen con un ovillo de lana. Osos polares de escritorio, jirafas con dos cabezas, delfines para peceras, leones de bolsillo… Desde que la Central permitió domesticar cualquier animal -incluidos los híbridos- la lista de catálogos es interminable: mascotas decorativas, para ayuda doméstica, para rehabilitación, contra el aburrimiento, anti estrés, clonadas, comestibles sin azúcar agregada, perfumadoras de ambientes, etc., etc., etc.